29 de marzo de 2024

El Nazareno de Santa Catalina recuerdos de una tradición en tiempos de pandemia

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Mario Javier Pacheco Morales

Opinión

Miércoles Santo; en la programación de la iglesia católica día del Nazareno. Desde tempranas horas de la tarde el frontis  y alrededores del Templo de Santa Catalina de Siena comienzan a colmarse de feligreses; en el interior ya no cabe un alma, no hay puesto en las bancadas y,  en torno a la admirada imagen del Nazareno delicadamente  adornada con orquídeas, margaritas y crisantemos, se aglomeran las personas mientras esperan el inicio de la misa correspondiente a este día especial. Unos se acercan con la velita para alumbrarlo, otros, con modernos celulares lo hacen con la intención de tomar fotografías para el recuerdo. La entrada del sacerdote marca el inicio de la santa misa; su rostro refleja complacencia por la multitudinaria asistencia y seguramente exhortará a los fieles para que demuestren igual interés durante todos los eventos litúrgicos durante la semana mayor.

Afuera una impresionante cantidad de personas esperan pacientemente la culminación de la misa y el inicio de una de las expresiones centenarias (Santa Catalina fue elevada a parroquia eclesiástica en 1920) más representativas de la cultura tradicional católica del pueblo carupanero: La procesión del Nazareno. Su salida del templo ayudado por los brazos de fieles devotos y devotas que durante años han realizado esta actividad, señala un momento muy especial  que el público premia con aplausos. Esta gran manifestación del pueblo que cada año recorre las calles de Carúpano de acuerdo a una ruta previamente establecida,  constituye un escenario de singulares rasgos representativos de la diversidad sociocultural de nuestro pueblo. Allí confluyen hombres, mujeres, Niños, jóvenes, adultos mayores de distintas capas sociales reunidos con  un solo propósito: acompañar la sagrada imagen del Nazareno de Santa Catalina; hermosa representación con su singular postura y expresión dolorosa de la primera caída del mártir del calvario. Tras de él  avanza la gente; conducen la imagen de la “Dolorosa”; mostrando su compromiso de promesa de distinta manera; vestidos de morado, descalzos, con la vela que debe permanecer encendida, acompañando los rezos y cantos dirigidos por el sacerdote y sus acólitos en la marcha de un viacrucis aliñado con la efervescencia y el carácter del carupanero. Algunos siguen las oraciones y cantos; otros guardan silencio  y avanzan y aquellos que conversan de cualquier tema ajeno a la procesión pero igual caminan devotamente porque lo impone la tradición. Unos acompañan hasta ciertos lugares; otros hacen el recorrido completo y ven satisfactoriamente cumplido su compromiso al presenciar la entrada de la imagen nuevamente al templo. Un rasgo típico del recorrido es la ofrenda musical  y luminosa que hacen algunas familias de Calle Libertad; al llegar la imagen,  integrantes de la banda le saludan con temas  religiosos  y en arreglos especiales colocados en lugares de la calle, los fuegos artificiales llenan el cielo de luz multicolor anunciando la presencia de la popular imagen.

         Participar de esta manifestación popular religiosa es adentrarse en la comprensión de la simbiosis de la fe con la cultura popular. La Fe y  la expresión del alma popular se entremezclan y expresan en una manera de identificación. También es una oportunidad para vivir y sentir la diversidad sociocultural del  pueblo. El encuentro de gentes de distinto credo, visión política o concepción del mundo en la  procesión del Nazareno,  nos proporciona un momento de reflexión acerca del encuentro,el respeto, la tolerancia y la paz añorada por toda la sociedad venezolana.

El cumplimiento del vía crucis ya casi termina; las calles: Cantaura, Libertad, San Félix, Perú, Acosta, Ecuador, Pichincha y Carabobo han constituido la ruta señalada; la estación del Nazareno frente a algunas casas de familias donde hay enfermos pretende llevar un instante de sosiego y la gente acompaña de manera solidaria estos momentos. Otro miércoles santo; otra procesión más;  una nueva oportunidad de identificarnos con las cosas puras de la ciudad, de esta ciudad que tanto amamos y sufrimos y de la que reconocemos la fortaleza de esta tradición en la conciencia colectiva del pueblo.

 Última estación; oraciones y cantos acompañan al Nazareno hasta su lugar de adoración en el templo. Estiramos los músculos cansados por la caminata; nos relajamos por haber acompañado una vez más esta tradición y a la sagrada imagen pedimos salud y fortaleza para proseguir asistiendo y, sobre todo, paz para todo el pueblo venezolano. A punto de tomar el transporte para regresar a casa, vemos despuntar por una de las esquinas de la Plaza Colón; toda iluminada y floreada la imagen del Nazareno de Santa Rosa; otra importante  expresión de la cultura católica de la sociedad carupanera. Añeja tradición popular era el encuentro de las dos imágenes; los movimientos de reverencia y la emoción viva de esos instantes, Pero esa, es otra historia. Acudimos a tu sagrada imagen querido Nazareno, para que escuches las peticiones de nuestro pueblo, e intercedas a fin de ayudarnos a superar estos difíciles momentos de emergencia sanitaria global, y poder, en un futuro cercano, continuar cumpliendo con la hermosa tradición de acompañarte por las calles de nuestra amada ciudad.

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