Junio/ 1821 III

23 de junio, día  anterior  a la batalla. Día deslumbrante en tiempo de entrada de lluvias coincidiendo con la víspera de las festividades de San Juan Bautista; derivación católica impuesta sobre el Juan Congo africano y que por la sugerencia de un fraile se aceptaría el 24 de junio como día libre para los esclavos. Día de descanso para los esclavos, quienes tocaban y bailaban tambor e improvisaban estrofas con letras que contaban el maltrato a los que eran sometidos. Seguramente, aquel 23 de junio de 1821, una parte importante del ejército patriota, integrado por este sector social; en esos pocos momentos de relajación, pensaba en aquellas largas noches de licor, frenesí y tambor. Sin embargo, están conscientes que el día siguiente el sonido estridente no será de tambores sino del fuego cruzado entre fuerzas militares antagónicas. Atestigua el general Páez que, ese día, Pedro Camejo, el hombre que simbolizó a un pueblo, arengaba a sus compañeros de armas diciendo: “esta batalla iba a ser la ‘cisiva’”. Era la víspera entonces, del 24 de junio de 1821y el Libertador en la sabana de Taguanes, pasaba revista a las tropas: Tres divisiones formaban al Ejército Libertador: la primera al mando de José Antonio Páez integrada por la Legión Británica, por los Bravos de Apure y doce escuadrones de caballería llanera; la segunda división al mando de Manuel Cedeño, y la tercera al mando de Ambrosio Plaza. Sumaban 6.400 soldados. Santiago Mariño era el Jefe del Estado Mayor. Por su parte, la composición del ejército español era de 5.000 hombres y se ubicaban en la sabana de Tocuyito, detrás del río Guataparo, aproximadamente a dos leguas de Carabobo.

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